Uní cambas y collas con mi voz
La más hermosa voz de Bolivia
Cuando Gladys Moreno pisaba un escenario, la platea permanecía en silencio, segura de que sería embrujada por la cálida y a la vez agresiva voz de la “Embajadora de la canción boliviana” . En su garganta, la música folklórica del país encontró la vía de escape ideal y los compositores nacionales reconocieron en ella la oportunidad de convertir sus temas en obras de arte. La última vez que se presentó ante el público fue en 1987, junto con Zulma Yugar, en Chaplin Show. Desde entonces, su voz se apagó para los seguidores, aunque en la intimidad de su hogar continuó entonando melodías para su nieta Anahí.
Después de cinco años, la intérprete más grande del folklore boliviano accedió a romper el silencio, a pesar del desagrado que le producen las entrevistas. “Me acobardan. Antes estaba todo el día respondiendo preguntas de los periodistas y al final ya no lo soportaba”, explicó.
— ¿Cómo pasa sus días?
—Los paso atendiendo mi casa, cuidando a mi hija, a mi marido y mi nieta, Anahí, que a sus ocho añitos sufre de diabetes. Normalmente despierto directo a rezar, porque soy amante del santo rosario. Tengo mi grupo de oración con el que nos reunimos todos los miércoles para rezar por todo el mundo. No dejamos de lado a nadie, ni vivo ni muerto. Después miro televisión y, sobre todo, atiendo a mi nietita.
— ¿En qué momentos canta?
—Ahora no sé cantar ni el Himno Nacional. Ni una nota sale de mi boca, ni siquiera para mi nieta. Antes le cantaba muchísimo a Anahí, pero ahora mi voz no tiene fuerza. Es una pena.
— ¿Escucha sus discos?, ¿qué siente al reconocer su voz?
—Cuando miro la televisión me reconozco muchas veces y, la verdad, me impresiona. Escucharme cantar es algo emocionante para mí porque no puedo creer que haya tenido una voz tan hermosa. Pero con la vejez todo se acaba. Lo que más me impresiona de mi voz es el tipo de registro que poseo. Puedo llegar bastante alto, pero también canto en tonos bajos. Pero es casualidad que me escuche porque nunca pongo mis discos. A veces, mi hija los escucha, pero ahora los tengo encajonados porque si no me los roban.
— Gladys Moreno fue el espectáculo principal en las décadas de los 50 y 60, la época de oro del folklore oriental. ¿Cómo vivía el músico en esos años?
—La vida del músico en esos años era como hoy nomás: andábamos todos “yescas”. Pero sabíamos pasarla bien y siempre estábamos de fiesta en fiesta. Recuerdo que el festejo de mi cumpleaños duraba tres días. Todos hacían cola para cantar y, aunque parezca extraño, yo era la única que no cantaba.
Las épocas de La Pascana eran hermosas. Un lugar lindo y con mucha tradición. Ahora no es ni la sombra de lo que era. Recuerdo que había un tronco en el medio de la sala y estaba lleno de orquídeas. Era bellísimo. Chichi Amelunge, (dueño de La Pascana) fue siempre un hombre muy meticuloso y cuidadoso de su boliche. Ahí yo cantaba todos los fines de semana y estaba lleno de amigos.
— Además era muy querida en otras regiones de la nación.
—Cuando viajaba a La Paz, en el aeropuerto de El Alto, me recibían con alfombra roja para que bajara del avión y la gente me saludaba desde sus casas mientras descendía a la ciudad. En Cochabamba también había mucha admiración por mí. Ahí los fanáticos una vez me desnudaron. Entré al hotel con mi maleta nomás y agarrada del “paco” porque me arrancaron la ropa los fanáticos. Mis experiencias con los mineros fueron también increíbles. Yo era su adoración. Hasta me subieron a sus hombros y me llevaron en procesión una vez. Así fue como llegué a conocer toda Bolivia: por mis viajes.
— Usted manifestó que gracias al público del interior su carrera fue grande.
—Siempre lo he dicho, aunque me critiquen. Muchas veces me han preguntado: ¿por qué dice que los collas la quieren más que los cruceños? Lo digo porque, cuando yo pisaba tierra colla, la gente se acercaba a saludarme, a demostrarme su cariño. En cambio, el cruceño no se acuerda de mí. Debe ser porque soy de Santa Cruz y los cruceños saben que estoy todo el día aquí.
La gente colla, además, es más efusiva con nuestro folklore. Aquí, el camba no respeta su cultura porque anda más preocupado por su pop y rock and roll. El colla es más perceptivo que el camba y tiene pasión por su música. Aquí a nadie le importa el taquirari. Lo usan sólo para bailar y se acuerdan de él en Carnaval, nada más. Aún así, aunque poca, hay gente que todavía se acuerda de mí porque siento que me reconoce. Incluso hay taxis que no me cobran las carreras. Esas son las personas que me conocen: la gente del pueblo.
— ¿Por qué se alejó de los escenarios?
—Yo sufría “las de Caín” por los músicos que me acompañaban. ¿Sabe lo que es bregar 35 años con los mismos borrachos, sin saber siquiera si se iban a presentar cuando tenía que cantar? Ahora somos todos compadres y los quiero muchísimo. Cantan y tocan bello, pero hace rato que no los veo. Además, decidí dejarlo porque el trajín era muy grande. Fue una vida muy sacrificada y mal remunerada.
— ¿Recibe regalías por la venta de sus discos?
—No, yo me estoy muriendo pobre. No he recibido un peso de Discolandia. Por lo menos la pensión vitalicia me llega puntualmente. Una vez nada más fui al Concejo a protestar porque me querían quitar mi pensión, pero ahí uno de los concejales, Otto Ritter, les dió cátedra de historia y me defendió. Eso no se puede quitar. Mientras yo viva tengo que recibir mi paga.
— ¿Se arrepiente de algo?
—Yo no me arrepiento de nada. La vida me ha dado muchas cosas hermosas. El canto ha sido un don que Dios me dio. Este vozarrón que tengo sólo él me lo podía dar.
PERFIL
Ficha • Gladys Moreno nació en Santa Cruz de la Sierra el 28 de noviembre de 1930. Sus padres fueron Rómulo Moreno Suárez y Hortencia Cuéllar Ribera de Moreno. Tuvo tres hermanos: Óscar, Yolanda y Hernán.
Inicios • Se inició a los 15 y se dedicó al canto durante 35 años. Fue transgresora en una época en la que la mujer debía permanecer en el hogar.
Actuación • La última vez que se presentó ante el público fue en 1987, junto con Zulma Yugar, en Chaplin Show.
Condecoraciones • Fue merecedora de más de 50 condecoraciones y distinciones que guardó “como si fueran verdaderas joyas”. Algunas de ellas permanecen colgadas en la pared de la sala de su casa y otras en baúles que tienen tanto valor como sus memorias.
Embajadora • En 1962 fue declarada Embajadora de la Canción Boliviana por el gobierno de Víctor Paz Estenssoro y en 1980 recibió la distinción más importante a la que puede aspirar un boliviano, el Cóndor de los Andes del Gobierno de Bolivia, que le confirió la ex presidenta Lydia Gueiler.
Pareja • Se casó con el señor Alfredo Tomelic, con quien tuvo una hija: Ana Carola.
SUS FRASES
“Uní cambas y collas con mi voz”
“Escucharme cantar es algo emocionante para mí porque no puedo creer que haya tenido una voz tan hermosa. Pero con la vejez todo se acaba”
“No me arrepiento de nada. La vida me ha dado muchas cosas hermosas. El canto ha sido un don que Dios me dio. Este vozarrón que tengo sólo él me lo podía dar”
“Me retiré porque sufría “las de Caín” por los músicos que me acompañaban. ¿Sabe lo que es bregar 35 años con los mismos borrachos?”
“La vida del músico en los años 50 y 60 era como hoy nomás: andábamos todos “yescas”. “Yo no conozco un artista rico en Bolivia, no conozco. Yo lo único que tengo de valor de esos años son mis condecoraciones”.
“Tengo mi grupo de oración con el que nos reunimos todos los miércoles para rezar por todo el mundo. No dejamos de lado a nadie, ni vivo ni muerto”
“Trabajé mucho para sembrar y sembré en un terreno muy fértil, donde ahora los frutos se ven”
“Yo inculqué que la gente se incline por la música nacional, pero creo que no, antes que lo nacional la gente canta música moderna, para que bailen y compren los jóvenes”.
SU DISCOGRAFÍA
Luna Camba
Pena Camba
Sombrero ‘e Saó
Viva Santa Cruz
Sed de amor
El trasnochador
No estás en mí
Infierno verde
Moto Méndez
Alma Cruceña
El carretero
Guajojó
Primavera
Niña Camba
Playas del Beni
Soledad
Illimani
Te quiero más que a mi vida
Volveré
Qué bonita va
Hecha jumechi al churuno
Vals de la ilusión
Así es mi amor
La voz se calló el año 2004 para siempre , en una noche con un infarto se llevó a Gladys Moreno Cuéllar, la embajadora de la canción. «Quería morir sin dar qué hacer y así fue», dijo Alfredo Tomelic, su esposo.
Moreno tenía problemas de presión, que se lo controlaban con medicamentos.
Como todos los miércoles, se había reunido con su grupo de oración y había tenido turno de te rummy. Despertó animada y después de mucho tiempo volvió a la peluquería y arreglarse. Regresó a su casa bromeó con su familia, cenó y se sintió con la presión alta. «Le tomé la presión y le di su medicamento. Estaba en la cama, junto a mi y nuestra nieta Anahí.
En ese momento le vino el infarto. Eran las nueve menos cuarto», relató Tomelic.
Dueña de una voz que nunca ha sido igualada, Gladys Moreno nació el 28 de noviembre de 1933 en Santa Cruz de la Sierra. Sus padres fueron Rómulo Moreno Suárez y Hortensia Cuéllar. Pasó su adolescencia en La Paz. Allí inició sus primeras presentaciones en público. El colegio fue su primer escenario y en la sede de gobierno se forjó su conciencia nacional, su vocación por unir al país a través de su canto. Fue La Paz la que le dio la primera oportunidad de inmortalizar su voz. A los 15 años, en 1948 grabó un sencillo para discos Méndez. Para decir te quiero y vida de mi vida fueron los primeros temas registrados por la voz que se convertiría en embajadora de un país.
De regreso a Santa Cruz de la Sierra, hizo de La Pascana su escenario habitual y de la radio Electra su principal medio para llegar hasta el último rincón de esa ciudad de calles polvorientas que no albergaba a más de 50.000 habitantes debajo de sus taperas. Amalia Caro se convirtió en su principal acompañante en el piano.
René Moreno y Sucre, Gladys saltó a un contrato con la RCA Víctor y a grabar en Brasil. Más de tres décadas de carrera musical sólo le alcanzó para grabar nueve discos y un CD, porque no aceptaba que los empresarios le impongan su repertorio. No cantaba nada que no la conmoviera y eso provocaba que recorriera todo el país, que tocara las puertas de los compositores para pedirle sus nuevas creaciones. Con él tiempo, ellos fueron los que tocaron sus puertas y así logró unir a través de su voz las obras de Simeón Roncal,
Miguel Ángel Valda, Alberto Ruiz, Gilberto Rojas, Rogers Becerra, Susano Azogue, Lola Sierra de Méndez, Nilo Soruco, Asunta Limpias de Parada, Percy Ávila, Pedro Shimose, Nicolás Menacho, Jorge Luna, José René Moreno y José Ferrufino, entre otros.
La historiadora Beatriz Rossels recuerda que Moreno inmortalizó melodías de los grandes compositores cruceños con versos de poetas como Raúl Otero Reiche y Hernando Sanabria Fernández. 3Del primero, cantó como nadie el vals Alma Cruceña, los carnavales Pena Camba y Tenía los ojos negros, y los taquiraris Trago Patrón, El trasnochador y Flor de Llanura. Del compositor beniano Rogers Becerra, el bellísimo vals Misterios del Corazón. Del orureño Gilberto Rojas, el popular taquirari Viva Santa Cruz. Del poeta y compositor beniano Pedro Shimose, Sombrero Œe Saó2, detalló en una biografía y homenaje que le dedicó.
En 1962, el gobierno la declaró Embajadora de la canción boliviana, porque a través de su música y de sus constantes viajes por todo el territorio nacional había logrado que la música del oriente boliviano sea apreciada en las minas y que los cruceños bailen al ritmo de las cuecas y huayños que rompían las barreras regionales a través de su voz. En La Paz, fue ídolo de más de una generación, la multitud la recibía con flores, aplaudiéndola por las calles en su recorrido desde el aeropuerto, colmaba los ambientes de las radios o los espacios donde actuaba y había que recurrir a la policía para que no se derribaran puertas, recuerda Rossels. Apunta además que visitó más de una vez Cochabamba, Oruro, Sucre, Tarija, Potosí, Yacuiba y pormuchos pueblos del Oriente. Llegó a las minas, Huanuni, Catavi, Siglo XX, Colquiri, Matilde. Los mineros la llevaron en andas. Numerosos reconocimientos recibió desde diversos sectores de la sociedad cruceña y nacional. El Cóndor de los Andes, máxima distinción de Bolivia le fue entregada por la Presidenta Lidia Gueiler.
El otro aspecto de su contribución tiene que ver con la emotividad de sus interpretaciones y la extraordinaria voz, difícilmente comparable, que según el poeta Pedro Shimose, es un prodigio de la naturaleza. El timbre y todas las peculiaridades de la entonación, la modulación, la dicción, los matices, la tónica y la calidez de su voz hacen de sus canciones versiones únicas, excepcionales, que distinguen lo que puede ser otro canto de este canto particular.
La capacidad de transmitir intensas emociones es lo que constituye el atributo de las estrellas, de los cantantes elegidos como mediadores o sacerdotes-sacerdotisas de la comunidad que interpreta sus sentimientos. El reconocimiento a esta especie de embrujo que emana de las canciones de Gladys Moreno no llega por la vía oficial sino de los más sentidos poemas y expresiones de escritores y periodistas.
Dos de los grandes poetas bolivianos del siglo XX, Raúl Otero Reiche, autor de varias de las letras que canta Gladys, y el poeta Eduardo Mitre, le han dedicado bellísimos poemas. Canciones como Pena Camba, Guajojó y El trasnochador, que encierran en el cautivante estilo de la artista la pasión, la ternura, el dolor y la felicidad han sido reconocidas por diversas generaciones, como la de Porfirio Díaz Machicao en los 60. Mientras que los homenajes de Eduardo Mitre y Luis H. Antezana corresponden a fines de la década del 80.
En la cúspide de su carrera (1977), fue invitada por el BID a los Estados Unidos, donde ofreció recitales en Washington y Nueva York para una colonia boliviana que deliró con ella y cantó con lágrimas en los ojos Viva mi Patria Bolivia.